miércoles, 12 de marzo de 2014

LA PLATA – BARTOLOMÉ BAVIO 2012
(Campos Verdes de mi Tierra Natal)


Luego de un tiempo demasiado largo sin salidas rurales, por fin el 14 de Octubre, volví con el CAP, a los caminos bonaerenses. Desde la salida a Pereyra de fines de Julio estuve ausente de en las salidas rurales, primero por el ultra lluvioso Agosto y luego por nanas propias de la edad.

Todavía recuerdo la salida a Pereyra mezcla de paseo, circuito extremo, reserva natural y jardín botánico con más de 10.000 ha. de superficie. La gran variedad de árboles exóticos que pueblan el parque, se inicia, al parecer, con de la muerte de Simón Pereyra. Cuentan que su hijo Leonardo, abrumando por la responsabilidad de administrar las 13.000 hectáreas legadas por su padre, emprende un viaje de 3 años por Europa y Rusia.  Durante ese periplo, entre otras cosas junta semillas de plantas diversas con las que posteriormente instala un vivero en la estancia.

Tendría mucho que escribir sobre la salida a Pereya, pero como no lo hice en su momento solo recuerdo el pasaje por “la cantera” lugar que, supe por una compañera platense, ha sido escenario de palos históricos y hasta un caso de aplastamiento de vértebras protagonizado, por un ciclista poco afortunado. Por ello, si piensan ir solos a este lugar les recomiendo que no intenten esos lances, sobre todo si son como el que esto escribe avezados bikers del descenso,…. lo digo por Chacarita Juniors que se fue a la B Metropolitana y no por otra cosa, que quede claro.

Por último, el regreso a un ritmo promedio de pedaleo por encima de los 25 Km. por hora con picos de mas de treinta, me hizo sentir en algún momento el abuelo del viento y hasta me permití especular con alguna próxima salida de martes,…. veremos. Bueno, en este punto sigo en veremos, que le vamos a hacer.

Volviendo a la salida a Bartolomé Bavio (nombre de uno de los primeros pobladores de la zona) les diré que comencé los preparativos la noche anterior, armando mi vianda y refrigerando dos latas de cerveza que, luego a las 4.45 de la mañana relocalicé cuidadosamente en el freezer, con el propósito de lograr una temperatura tal, que me permitiese degustarlas al medio día bien heladas,…. y lo logré

El resto de las vituallas las acomodé casi de memoria y en un santiamén completé la capacidad del bolsito trasero, de modo tal que finalizada la carga en el pobre no cabía un alfiler. Entre otras cosas, el 14 quedará grabado en mi memoria como el primer día cargué todo lo necesario para una salida de bici. Desde protector solar a parches, desde el corcho anti calambres a la cerveza helada, todo estaba dispuesto. Tan obstinado y minucioso estuve en la preparación del equipaje que aunque cueste creerlo hasta un litro de agua llevé...

A las 7,30 de la mañana arranqué hacia Constitución; en Lima y San Juan me encuentro con “las chicas” que bien custodiadas, avanzaban en grupo compacto con dirección a la terminal ferroviaria. A poco de llegar a la estación el grupo se hizo numeroso. Eramos, calculo, casi 30 ciclistas dispuestos a pasar un día a toda bici y sol.

Esta vez compré el pasaje a La Plata con mi tarjeta SUBE, detalle que no deja de sorprenderme y que habla a las claras del esmero que puse en la logística previa al viaje para que, aunque sea por una vez, nada fallase. Ya en el tren entre charlas y jolgorios nos íbamos acercando a nuestro destino Platense. Cerca de Pereyra, Alejandra descubre una linda vista desde la ventanilla redonda del fondo del vagón y sacamos varias fotos, hermosa idea que intenté plasmar en la foto que ilustra el relato.

Llegamos a la estación y mientras algunos aprovechaban para comprar bebidas o algún sandwich otros hicieron una rápida pasada por los toilettes antes de arrancar el pedaleo. Allí, nos esperaban Diana y Adrián, que en esta oportunidad resignó el pedaleo y actuó de apoyo llevando en la camioneta los bártulos de todos y eventualmente alguna bici en problemas.

El día estaba radiante y si bien no hacia calor, los rayos del sol parecían querer abrir todavía más el “agujero de ozono”; una más, de las tantas consecuencias nefastas de la estupidez humana.

Tras tomar una diagonal y rodear algunas de las típicas y hermosas plazas Platenses tomamos la avenida 7 al sur y casi sin percibirlo en pocos minutos dejamos atrás la ciudad para adentrarnos en el campo que en ésta época y gracias a la gran humedad del suelo luce un color verde intenso que transmite energía.

Cuando finalmente dejamos atrás el asfalto ingresamos a un camino para el cual no tengo otra definición que “lamentable” una arcilla durísima llena de huellones y pisoteada por animales presagiaba un sufrido avance hacia Bavio. Por suerte el mal trago duró solo tres o cuatro kilómetros que parecieron 15. Luego ingresamos a un tramo donde rodar era un placer.

Diana fue la primera que pinchó, como hubo alguna que otra complicación y a la sazón por allí pasaba una carrera en la que participaba nuestro amigo Luis, decidimos esperar su paso, al cabo de unos cuantos minutos pasó el lote puntero en nutrido pelotón y Luis no estaba, hubo cierta decepción en todo el grupo pero igual aplaudimos el esfuerzo de los punteros.

Tras el pasaje de varios pelotones sin Luis, un cierto desaliento nos invadía a todos y no faltó quien espetara “Luisito se quedó a dormir en la casa” a lo que contesté “para que va a quedarse a dormir en la casa si puede dormir al aire libre en el sofá”… y en algo no me equivoqué, no se había quedado a dormir en su casa. Al cabo de unos minutos vemos acercarse un pelotón liderado por un ciclista de jersey lila y verde era Luis; entonces la barra estalló en vivas y aplausos y como repuesta el corredor nos saludó haciendo puchero y con un brazo en alto, maniobra temeraria que casi le cuesta una caída pero de la cual se recompuso en el acto.

Dejamos pasar unos minutos y reiniciamos la marcha antes que la totalidad de los ciclistas terminara la pasada por ese punto, por suerte a no más de un Km. Nuestro camino y el de los competidores tomaron rumbos distintos. Ahora un camino de conchilla bordeado de manzanillas y achicoria nos encaminaba directo a Bavio.

Ya a punto de alcanzar el corto tramo de asfalto que nos depositaria en el pueblo, Diego pincha. Hay una regla infalible en el ciclismo rural “si el día es muy caluroso o muy soleado las pinchaduras nunca serán a la sombra de un bosquecillo” en invierno por supuesto la regla se invierte. Cuando tras la parada monto mi bici, noto que mi rueda delantera estaba desinflada, dadas las circunstancias cargamos la bici en la camioneta y a bordo de la misma recorrí los últimos tres Km. hasta nuestro primer destino.

En Bavio comimos en la plaza del pueblo frente a la comisaría, por suerte la cerveza estaba a punto y la comida rica. Luego del almuerzo, arreglé la pinchadura como si supiese. Mientras comíamos Adrián recibe el llamado de Luis quien quería coordinar para encontrarse con el grupo. Se nos unió cerca de Correa donde paramos en un almacén de ramos generales y pulpería, realmente muy interesante. De allí el camino nos deparó un tramo de asfalto y luego unos cuantos Km. por vías abandonadas. En realidad debo decir por vías en desuso, porque abandonadas están absolutamente todas.

Al ingresar a las vías tras una pequeña subida pude comprobar que si bien mi técnica de pedaleo está un tanto estancada desde hace casi dos años; en caídas, tengo cientos de variantes algunas realmente imaginativas. En esta oportunidad puse en práctica la técnica que denomino “el tentempié” la cual consiste en un rápido rebote contra el piso que bien realizado te deja inmediatamente en posición vertical y con cara de nada. Al aplicar esta técnica es poco probable que alguien advierta tu caída pero si así sucediera como me sucedió la respuesta obligada es “todo bien, no pasó nada” aunque te estés cagando de dolor.

La jornada, aún nos deparaba más obstáculos corporizados en un camino de tierra ruinoso que revindicaba a aquel que nos recibió al comienzo de la travesía. En una huella aún cubierta por el agua la camioneta de apoyo tuvo que ser apoyada por los ciclistas que colaboraron para superar el trance. Algo más adelante un charco aún mayor obligó a un morador a abandonar su descanso y correr su vehículo, para permitir el paso de Adrián y su camioneta. Los últimos Km. por el camino destrozado dejaron mis asentaderas mas doloridas que si El Chúcaro se hubiera zapateado un malambo allí mismo, mientras Norma Viola batía palmas.

Lo que sigue fue la llegada a la Estación La Plata y un rápido abordaje del tren, un viaje de vuelta relajado, para muchos demasiado relajado ya que durmieron todo el viaje. De Constitución nos dividimos en dos grandes grupos los que fueron con dirección a Libertador y los que tomamos independencia.

Luego de un día intenso, de esfuerzo, diversión y camaradería, llegamos todos con buen ritmo y sin problemas. Al llegar a casa, saludé, me bañe, comí una rica pizza napolitana con tomates cherry que había preparado Selma y me desmayé hasta el lunes a las 6 de la mañana. A las siete fui a llevar los chicos al colegio, estaba feliz


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