lunes, 11 de marzo de 2019

BLONDEAU TODO A PEDAL CON BiRuedasZN (escrito el 20/11/2016)



La salida “Blondeau 180 km Totales!!”, me pareció un desafio interesante que no debía dejar de encarar por varias razones.  Es una zona que me trae recuerdos de mi pasado como apicultor, ya que durante varias primaveras fuimos a multiplicar las colonias al lugar.  El trayecto total sería para mi, de alrededor de 200 km, lo que lo convertiría en mi record absoluto.  Por último, iba a ser la pedaleada de despedida de mi Trek y no le podía fallar.

El entusiasmo por la salida era mucho, aunque tambíén la duda me acompañó hasta el último minuto.  Sin pretender ser exhaustivo, comparto con ustedes algunas de estas dudas, quizas las principales.  ¿Llegaré? ¿Uso el asiento que tengo puesto en la bici o lo cambio por otro más cómodo? ¿Pongo cubiertas mas gordas para la arena o dejo las de 1,90 que tengo puestas?  ¿Habrá Heineken en Blondeau?  Por eso, mi “asistiré” se demoró hasta la última hora de la noche del viernes.

Paradójicamente, mi decisión de ir la tomé no en las mejores condiciones. El viernes no me senti del todo bien, aunque esperaba amanecer en ópitmo estado.... (¿Que pasa? ¿Porqué esa sonrisa sarcástica? Deberían saber que cuando se trata de andar en bici siempre fui un optimista).

El sábado, me levanté un poco mejor que el viernes pero no tanto como esperaba, sin embargo, no tenía dudas que iba a llegar a la meta, sino cómodo, al menos entero pues los 150 km ya me resultan una distancia familiar.  Como siempre a la mañana inicié la ceremonía de preparar todo lo necesario. Luego desayuné un licuado de banana e ingerí tres pastillas de BCAA, que según dicen, entre otras cosas, ayudan a reducir el cansancio y maximizan la recuperación muscular. Ahhhh, el marketing, siempre el marketing.

Como siempre, salí unos 10 minutos tarde de casa, lo que me obligó a pedalear algo fuerte, para llegar a tiempo a la estatua del Polaco. Luego de los saludos y el encuentro con viejos conocidos y nuevos compañeros de pedal arrancamos la marcha a buen ritmo, el viento de frente parecía no ser tan fuerte como para entorpecer la travesía, pero ….. me equivoqué. Las subidas, pequeñas pero casi permanentes y el viento cada vez más fuerte fueron minando mis energías, al punto que pasando el Río Luján, Carolina me ofreció un gel energizante, que realmente me ayudó a llegar a Blondeau, aunque a un ritmo inferior al que hubiese preferido.

El recreo ya no es lo que era, se nota cierto abandono, los sandwiches de crudo y queso quedaron en la historia y para colmo de males la respuesta a la última duda que compartí con ustedes fue negativa, nos tuvimos que arreglar con Brahma y Quilmes, pero la hidratación es la hidratación y como tal irrenunciable.  Pero no todo está mal en Blondeau, la belleza del lugar es impresionante y con el recreo vacío ésta se magnífica. Se respira paz.

Luego del almuerzo, charla y algunas fotos del lugar emprendimos la vuelta. A esa altura mis asentaderas estaban pidiendo a gritos un asiento más blando, cosa obviamente imposible de lograr. Durante el regreso tomamos un camino alternativo flanqueado por álamos que nos proporcionaban una sombra muy necesaria a esa altura del día y que para mejor, no tenía arena lo que despertó efusivos comentarios de aprobación para con el guía.  Claro, a esa altura ignorabamos que el final del camino nos depararía unos 2000 metros de arena, digna del Sahara o el Néguev.  En esos metros quemé lo que creía era mi última reserva de energía.

Sin embargo al llegar a la Panamericana, el grupo tomó nuevos brios y los seguí por un buen rato a una velocidad cercana a los 30km/h, hasta que mi culo dijo basta. Eran tres pedaleadas y pararme, otras tres y pararme de nuevo lo que me impedia seguir el ritmo impuesto por el grupo.  Fue ahí, cuando acepté ser remolcado, lo cual al evitarme hacer demasiada fuerza me permitió recuperarme un poco y el dolor comenzó a mermar.

Luego de algunos km y de una parada para hidratación y otras cuestiones; ante el tránsito cada vez mas denso en la colectora, pedí pedalear de nuevo.  La ayuda recibida habia surtido efecto y puede mantener un ritmo razonable por algunos km hasta que (cuando no es tu día no es tu día, sabelo) se me trabó el descarrilador delantero en el plato chico, lo que me permitía ir muy cómodo en la pedaleada pero a una velocidad máxima de 12 km/h, conclusion volvió la soga y ahora no podia ayudar a quienes me llevaban.

Varios km despúes el descarrilador se destrabó y pude ayudar en algo tratando de mantener la soga floja la mayoría del tiempo.  Finalmente llegamos al parque Sarmiento con una hora y media de atraso respecto a la prevista; en parte por los inconvenientes sufridos por mí en la ruta.  Lo bueno es que nadie me lo hizo notar y me sentí muy acompañado.  Ya en CABA, Sergio me acompañó por un camino tranqui hasta Forest y Elcano, desde donde solo emprendí el camino a casa que fue menos traumático de lo que me imaginaba.

Fue una salida distinta para mí, exigente como decía el evento, melancólica por momentos cuando se me hacía un nudo en la garganta al pensar que esa sería la última salida con mi Trek. Dolorosa por largos ratos y con la novedad de haber sido remolcado por primera vez en mi vida de ciclista.  Si digo que volvería hacer el períplo con este grupo, no creo que todos se pongan contentos, pero es la verdad, fue un grupazo y me entrenaré para estar a la altura o sino me tendré que pasar a una eléctrica como la de Marcelo.

El record de los 200 km y hasta el de los 189 km que midió Edomondo para  el trayecto, quedó pendiente, espero que no por mucho tiempo. Pero como de todo se aprende y nunca es tarde para hacerlo; en esta salida he aprendido algo muy valioso que quiero compartir con todos ustedes, SI TENÉS GANAS DE TOMAR CERVEZA ANDÁ AL CHINO, es mas fácil.