jueves, 24 de mayo de 2012

Los puentes de Escobar

El fin de semana pintaba mal, el sábado amaneció con el cielo tan plomizo, que parecía que en cualquier momento se pondria a llorar. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, la impresión fue que de un sollozo no pasaría. Asi que me apronté para la salida de los sábados con el CAP.

Realmente la salida estuvo muy buena y muchos de los participantes de la misma apostamos a que el SMN errase su pronóstico dominguero. Sin embargo al observar el cielo durante nuestro regreso desde San Isidro, una cierta desesperanza se apoderó de algunos de nosotros. Las amenazadoras nubes que se ceñian sobre Buenos Aires, parecían predecir un domingo de cine y pochoclo.

No obstante, tozudos pedaleros que somos, nos despedimos con un hasta mañana y fijamos como punto de encuentro, la esquina de Coronel Diaz y Libertador, a cuyo mítico café Tabac, solía ir con cierta frecuencia a finales de los 60.

Los pronósticos del sábado a la noche, dejaban poco espacio para la esperanza. El más favorable, hablaba de un 75% de posibilidad de lluvias comenzando por la mañana y si la mañana arrancaba lloviendo,....chau!! Asi que me fui a dormir sin poner el despertador solo confiando en mi reloj biológico y en la suerte.

Cinco y media de la mañana del domingo, me despierto, me asomo por el balcón y veo la calle seca, enciendo mi notebook para ver el pronóstico y casi salto de alegría cuando vi que la probabilidad de lluvias había bajado al 30%. El tiempo parecía estar a favor de la salida

Empecé la ceremonia de organizar las cosas. Esta vez, no había mucho que preparar, la comida la compraría en Escobar y la mayoria de las cosas necesarias, estaban en la bici desde el dìa anterior. Asi y todo olvidé en casa el cuenta kilometros.

LLegué a Tabac faltando diez minutos para las ocho y antes de esa hora éramos 7 pedaleando a buen ritmo rumbo a Retiro. Cerca de Callao nos juntamos con Horacio quien acarreaba en su mochila unos cuantos metros de soga, que llamó la atención a más de uno, pero el secreto de la soga no seria develado sinó en destino.

En Retiro obtuvimos por 2 pesos cada, nuestros pasajes a Escobar. El viaje en tren transcurrió entre mates, fotos, chistes y jarana. Quizás para abstraernos del hecho que estábamos transitando la parte mas riesgosa y menos gratificante de nuestra aventura. Cada vez que voy en tren, no puedo evitar sentir bronca en algún momento del viaje y no por la mínima incomodidad de pasar una hora o dos arriba de estas ruinas, camino al disfrute, sino porque hay gente que necesariamente tiene que encarar a diario la riesgosa odisea del tren.

Llegamos a Escobar y tras bajar las bicis, nos dirigimos a una parada técnica en una estaciòn de servicio, camino al este. En eso corto tramo, una ligera llovizna amagó con dar por terminada la salida, pero pronto se detuvo, fue una especie de bienvenida a la aventura.

Reiniciamos la marcha en direcciòn al rio por un camino de pésimo asfalto y buenas pendientes. En nuestro avance, los bañados que bordeaban la ruta se mezclaban con árboles, hasta que finalmente estos se adueñaron del paisaje. Al desviarnos del camino principal en dirección noreste ingresamos en un bosque cerrado que nos brindó junto a los hermosos colores del otoño algunos charquitos para solaz de quienes ya comenzaban sentirse inquietos por el plácido discurrir de la pedaleada; hasta entonces mas parecida a una excursión de jubilados que a una aventura en mountain bike

Llegamos a un lugar sobre el Paraná de las Palmas con una vista alucinante y aprovechamos para sacar unas fotos. Franqueado al norte por un canal, que podia cruzarse por un puente de madera que desembocaba en un almacén y por el rio al este, el sitio sugeria que nuestro destino era el sur, dado que habiamos llegado por el oeste

Antes de partir al punto donde almorzariamos, pensé en cruzar el puente en busca una cerveza, pero un cartel que solo anunciaba pan, hielo y gaseosas me hizo me hizo desistir. Fue Sendero quien con la lógica que solo tienen los grandes me dijo “Es una proveduria para pescadores, los pescadores son todos borrachos, por lo tanto deben tener cerveza” Al escuchar eso no pude evitar el recuerdo de aquellas jornadas de pesca con mosca en los lagos del sur y me dije, si bien “nada es para siempre” yo también fui uno de ellos.

Decidido, encaré junto a Horacio el cruce de ese puente sin barandas, que se elevaba unos seis metros sobre el nivel del agua y se bamboleaba a cada paso; y lo hice, como si caminase por el living de mi casa. Volvimos con un par de Quilmes y nos sacamos fotos que bien podrían ser destinadas a una campaña publicitaria de la marca. Si pagan lo que las fotos valen, claro!!!!!

En viaje al puerto de Escobar debimos atravesar varios puentes precarios. Al menos dos de ellos, me pusieron al borde de la retirada. El segundo develó el misterio de la soga, que atada a árboles de una y otra orilla y tensada entre varios nos permitió sortear un puentecito estrecho, temblequeante y cuyos listones no parecian ser más fuertes que las maderitas de los antiguos cajones de manzana. Gracias a quien cruzó mi bicicleta, y el apoyo incondicional de Diana A, que al grito de “EBRIOSSSSS” alentaba a màs de uno, logré pasar.

Ya en el puerto, nos juntamos con un grupito integrado entre otros por Germán y Leonel, que al perder el tren se nos unieron para encarar una distendida vuelta a casa. Germán la tiene clara, pensé, perdiò el tren para no ensuciarse la pilcha nueva, pero ante la duda, me reservè el comentario. El itinerario había sido bueno: hermosos paisajes, algo de barro y dosis homepáticas de aventura.

Emprendimos la vuelta por camino de asfalto, lo que presagiaba un distendido regreso. A los pocos km nos desviamos al norte por un camino de tierra que presentaba al principio algo de barro. Será un buen fin de fiesta pensé. A poco de andar el barro fue creciendo y los charcos eran más y más grandes. A los pocos km, todos estâbamos cubiertos de barro y mojados a raiz de salpicaduras y caídas.

Cuando llegamos al puente (una forma de decir) vimos que este ya no estaba y debimos regresar por donde vinimos. Estos km de más, generó un cierto atraso y un cambio de planes pero siempre hay alternativas. De nuevo el asfalto rumbo a la Estación de Escobar. Al final, dado que se complicó el regreso por Villa la Ñata vamos a llegar antes de lo previsto pensé.

Cuando ya se avizoraba el pueblo y por ende la proximidad del tren, nuestros guias tomaron por un camino de tierra en direcciòn al sur. El camino estaba húmedo y presentaba una dificultad media que poco a poco fue subiendo de nivel, hasta que, casi sin darnos cuenta llegamos a un punto en el cual mantener el equilibrio arriba de la bici era casi imposible. “A caminar se ha dicho”, comenzamos una caminata presumiblemente corta pero que a poco de andar se tornó más y más dificultosa, el barro era tanto y tan pegajoso que se adheria de a kilos a los neumáticos la caja y la bici toda.



Algunas sub 12 kg. llegaron a pesar más de 20 por el barro acumulado. El cielo seguia nublado y la noche parecia querer alcanzarnos allí, lo que generó ciertas escenas de tensión, la situación era difícil. Sin embargo, unos minutos depués algunos adelantados habian tocado tierra firme unos 1000 metros adelante. El grupo se reconfortó al ver que las situación se estaba superando y unos cuantos minutos después, todos estabamos reunidos al final del barriento camino. Lástima que no había Stella, porque sin duda, era una buena ocasiòn para celebrar.

El resto de viaje a Tigre, transcurríó plácidamente mientras comentábamos la increible aventura que habiamos acabado de vivir y nos reiamos de buena gana al recordar los momentos más difíciles de la travesia y las caras de algunos participantes ante tamaña adversidad. En un momento Alejandra intentó “reventarme la hiel” comentando en voz alta lo bien que vendría una cervecita, pero logré sobreponerme a esa provocaciòn y en la ùltima parada créase o no me bajé una cepita manzana.

Llegamos a Tigre a las 20.30, allí algunos volvimos en tren y otros optaron por seguir pedaleando a Capital. Volví en tren porque el lunes tenia que viajar temprano y no quería correr el riesgo de quedarme dormido. Selma me esperaba con pizza caliente pero como no tenía hambre opté por bañarme y desmayarme en la cama.

La salida me llenó de energia, me dejó con pilas ultra cargadas, con pilas que no necesitan ser descartadas en contenedores, con pilas que no envenenan el agua, con pilas que se cargan con buena onda, solidaridad y por supuesto pedaleando como si fueran una vieja dínamo para luces de bicicleta. Gracias a todos!!!

miércoles, 23 de mayo de 2012

ESCOBAR MINI STORY

Este mini relato está inspirado en La Tiendita del Arte (radio): Les dejo el link por si quieren esuchar el programa completo, donde se habla de Microficciones (genero literario que acabo de descubrir) y Burladero (obra en la que actua mi hija Soledad) http://www.ivoox.com/programa-33-22-05-2012-audios-mp3_rf_1240055_1.html.


Esa mañana se me acercó con una sonrisa en los labios; me va a decir algo pensé, pero ... me agarró bruscamente, y me condujo a una estación, me depositó junto a otras en un sucio vagòn. Al rato me bajó, me pegó hasta hacerme doler, me hundíó en el barro. Se quiere deshacer de mi pensé. Pero no, ... me sube otra vez al tren. Al llegar se lo ve cansado; sucia como estoy, casi sin mirarme, me sube a su casa,- ¿Que hará ahora...? Desfallezco. Al despertar me noto limpia y lubricada, mientras alguien aprieta mis gomas para ver si su presión es la correcta. Estoy lista para la próxima aventura.