lunes, 9 de julio de 2012

Ecoextreme Dos

Desde que apareció el calendario de Julio en la página del CAP, había planificado participar de la salida a Quilmes. La vista a aquella localidad del sur del gran Buenos Aires, tenía para mí un interés especial, no por el museo del transporte, ni siquiera por haber sido elegida en el siglo XVII, como el asiento para la reducción que albergaría a los últimos Quilmes. Sino porque allí se asentó, a finales del siglo XIX, la más importante y emblemática fábrica de cerveza del país.

Aquel domingo, me levanté temprano, para llegar a tiempo a Lima e Independencia, pero cuando subí la persiana del balcón para entrar mi bicicleta y darle los últimos aprontes, me vi envuelto en una niebla espesa y pegajosa. No obstante ello, llegué a divisar que el pavimento, tres pisos abajo, estaba totalmente mojado debido a la altísima humedad ambiente. El hecho me sumió en un estado de confusión mayor al habitual y perdí noción del correr del tiempo, luego de varias idas y vueltas, cuando finalmente estaba decidido a ir miro la hora y noto, con desazón, que eran las 9,35: Imposible llegar a tiempo al punto de encuentro así que sin alternativa me quedé en casa con bastante bronca aunque finalmente la pasé muy bien con los chicos y comiendo comida árabe que me encanta.

Ese domingo a última hora, Belu y Yamil se confabularon para hacerme sentir mal comentando lo bien que la habían pasado en la salida, Más tarde, Carla siguió dándome manija, escribiendo cosas como “nos salió a saludar el solcito de Julio!!!!. Así que me quedé rumiando bronca casi toda la semana que, para colmo, no dio mucho para andar en bici por la constante probabilidad de lluvia.

Por fin un viernes radiante, anunciaba un buen fin de semana. Así que ni ahí me iba a perder las Salida a Ecoextreme. Como preludio, el sábado, arranqué a las 9 una pedaleada rápida hasta la Estación Olivos del Tren de la Costa y a las 11,09 ya estaba duchándome en casa. Cuarenta y tres kilómetros y 200 metros en dos horas y piquito no está mal para el trayecto “de casa a Olivos y de Olivos a casa”.

El domingo tomé todos los recaudos para que durante la salida no faltara nada, el sábado a la tarde había comprado cuatro birras x 500 cc y tomé la precaución de poner un gel refrigerante el freezzer para que al momento del almuerzo el frescor de la bebida no dependiera solamente de la temperatura ambiente. El contenido del bolso Halawa para la salida fue el siguiente: 4 latas de cerveza y gel refrigerante, una remera térmica manga larga y un montón de boludeces que no perderé tiempo en enumerar.

A las 8,20 arranqué tranquilo camino a Retiro, por Santa Fe. Este trayecto no habitual tenía por objetivo tratar de encontrar a alguien en el camino, sabiendo que Horacio está por Santa Fe y Callao y adicionalmente ingresar a Retiro bajando desde el Plaza Hotel y pasando velozmente frente al Sheraton para evitar transitar por la vereda de las estaciones hasta el ferrocarril San Martín. Calculé la bajada de modo de llegar a libertador con semáforo verde y en el trayecto hacia la curva a la izquierda al final de la plaza alcancé los 45 Km. Mientras que una automovilista me cagaba a bocinazos cuando tenía todo el ancho de la calle para pasar por donde quisiera. No me inmuté, aunque pude escuchar como me saludaba no muy amablemente cuando finalmente pasa por donde tenía que hacerlo. En fin …. “Yo vivo en una ciudad, donde la prisa del diario trajín, parece un film de Carlitos Chaplin, aunque sin comicidad“

Al llegar a la estación comprobé que la concurrencia, a pesar del frío era muy numerosa , compré unos pañuelos de papel y un lamentable sándwich de pebete ante la incertidumbre de encontrar comida en destino. Ante mi consulta, Juan me cuenta que Horacio no sería de la partida, …. Así que comencé a preocuparme por el destino que le daría al exceso de latas, ya luego de una intensa jornada en los senderos, resultaría inconveniente, volver con sobrepeso.

Al llegar a Pilar nos dirigimos a Ecoextreme y esta vez bajamos por una especie de tobogán de cemento, ubicado a un costado del puente ni bien se cruza el Río Luján. Ya en el parque, “los nuevos” llenaron los formularios de rigor y en unos minutos estábamos pedaleando en el circuito. Los punteros, tomaron por el sendero marcado con flechas celestes, que presenta baja dificultad. Arrancamos la vuelta a buena velocidad en medio de una impresionante arboleda. El sendero de trazado amable, pero interesante estaba muy bien hasta que llegamos al barro. Allí comencé a tomar algunos atajos ya que no estaba intensado en repetir “The Escobar Experience”, así y todo pasé algunos charcos interesantes, mientras fui observador privilegiado de varias caídas.

Encaramos un segundo circuito celeste libre de barro, con suaves subidas y bajadas, la pedaleada transcurría placidamente cuando inesperadamente mi bicicleta se clava y yo la abandono volando por encima de ella unos cuando metros. Ya en el piso la veo pasar por encima mío y la atrapo en el aire. Desconcertado y sin saber si reírme o llorar me reincorporo tratando de encontrar alguna explicación al suceso. Zenderito, único testigo del hecho, atribuyó la responsabilidad de accidente a un inoportuno tocón que asomaba en el medio del camino, liberándome al menos, del dolor de ser el responsable de tan vergonzante caída. Resultado: fuerte contusión de la parrilla intercostal izquierda, y raspón de unos 40 cm. en el muslo interno de pierna derecha y contusiones varias.

Superado el suceso y el sendero fácil, el grupo entero se dirigió a almorzar. Al escuálido sándwich adquirido en Retiro le sumé 2 empanadas de carne, que realmente estaban recomendables, buena masa casera y muy buen relleno. La cerveza estaba helada y la primera lata se esfumó antes de lo esperado. La charla en la mesa se extendió lo suficiente como para aligerar aunque sea en algo mi equipaje de regreso. Al cabo del almuerzo solo quedaba una lata para acarrear en el regreso.

Cuando todo el grupo hubo terminado su almuerzo, la emprendimos por caminos mas escarpados cercanos a “la olla” allí pasé varias subidas y bajadas que no había sorteado en mi primera visita y muchas otras las transité a pie para lograr un reconocimiento profundo del terreno que me sea útil en el futuro.

Finalmente, el sendero nos colocó frente al puente colgante, asignatura pendiente de mi anterior visita. Al observar a los primeros cruzarlo, me juramenté que, ésta vez, lo atravesaría airoso. Mi turno era después de Claudina, quien entusiasta, emprendió la travesía con su nueva Vairo. Cuando parecía que lograría su cometido sin problemas observo que se inclina peligrosamente hacia la derecha y cae del puente en dirección a las aguas del arroyo inferior. Afortunadamente logró asirse de una rama y permaneció cabeza abajo unida a su bici, mientras esperaba el auxilio del grupo cercano, que tardó algo en reaccionar, al no poder creer lo que estaba sucediendo. A pesar del intimidador espectáculo que acababa de presenciar tomé aire y luego de un instante de hesitación atravesé el puente sin inconveniente alguno montando sobre mi bicicleta y no cargándola yo a ella como la última vez.

Envalentonado por el logro acometí algunas bajadas importantes y sus correspondientes subidas con buen suceso. Luego, el camino nos llevó a una bajada no muy pronunciada que terminaba en una curva seguida de una fuerte pendiente ascendente. Observé que varios tuvieron dificultan en la subida por lo que planifiqué cuidadosamente las relaciones de marcha a utilizar. Me deslicé hacia abajo, tomé la curva a buen ritmo y con la relación adecuada la subida se me hacía fácil, con una sonrisa dibujada en los labios por estar a poco metros de un logro, para mi importante, noto que la rueda delantera se levanta peligrosamente como las manos de un caballo salvaje. Resultado caigo de espaldas y ruedo unos metros sin otras consecuencias que algunos raspones en mi pierna derecha.

Luego de eso la mayoría de nosotros, se dirigió a la salida del circuito para descansar un poco, antes de la vuelta a casa. El sol estaba hermoso así que me quedé en mangas cortas por un rato. Al revisar mi bolsito en busca de la remera térmica que tenia previsto usar a la vuelta noto que la última y solitaria lata aún mantenía una temperatura ideal, así que decido reponer mis fluidos con esta última cerveza y de paso lograr el objetivo mas preciado de todo ciclista “aligerar el peso de la bici”

Varios decidieron lavar sus bicis, cosa que no hice y de lo cual me arrepiento profundamente porque intentar el lavado en el balcón no será tarea fácil. Salimos del parque cerca de las 17Hs, pensando que antes de las nueve estaríamos en Buenos Aires, Luego de casi una hora de pedaleo Max nos avisa que Ian y Claudina estaban parados atrás reparando una pinchadura. El grupo se detuvo a esperarlos, pero dado que no llegaban y el tiempo pasaba, una parte del volvió por ellos y otra parte se dirigió a una estación de servicio donde esperaría a los rezagados.

Luego de una espera relativamente larga el grupo llegó a la estación donde estábamos y previo descanso de los recién llegados, seguimos camino por la colectora a esa hora bastante transitada. Solo nos detuvo un ligero desperfecto en los cambios de una bici rápidamente solucionado a eso de las 21,40 estábamos ingresando a capital por Parque Sarmiento, lugar donde el grupo empezó a desmembrase, La mayoría fue para Núñez y Ian, Claudina, Carla y yo nos fuimos por Triunvirato.

Al llegar, me comí una buena porción de Flan casero con dulce de leche, me bañe y me fui a la cama. A los pocos minutos un intenso calambre en los músculos posteriores del muslo, me exigieron una elongación importante y la búsqueda desesperada de un corcho, que debía protegerme de nuevos calambres durante el resto de la noche. Luego de una intensa búsqueda, pude finalmente encontrar un corcho de corcho y dormí placidamente hasta las 7 de la mañana.º

Hoy amanecí bárbaro, me duele el lado izquierdo del torso, tengo un moretón de aquellos en la pierna, deberé tratar ciertos raspones sin mucha importancia, pero sobre todo ¡¡Estoy feliz!!

3 comentarios:

  1. Bueno creo que en esta ocasión estaría usando el adjetivo incorrecto si digo que quedé fascinada con el relato, pues más bien... quedo preocupada. Dos tremendas caídas, más el cuelgue de Claudina que bien podría haber sido tuyo. Evidentemente esto de eco extreme es de alto riesgo en serio y me gustaría que te lo tomes con un poco más de cautela.

    El corcho... así decía la abuela porota, para el calambre hay que agarrar un corcho y se pasa. Creer o reventar... siempre mejor creer.

    Aunque te hagas el ciclista de alto riesgo y me hagas enojar te quiero mucho pa.
    Sole

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  2. Te decía que este relato me generó bastantes sobresaltos. Dos importantes caídas más la odisea de Claudina, de la cual podrías haber sido protagonista. Vayamos con cuidado por favorrrrrrrrr.

    El corcho.... así decía la abuela porota... si tenés un calambre agarra un corcho fuerte que se te pasa... creer o reventear. Siempre mejor creer.

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  3. Jaja!! Sos la segunda persona que vincula en corcho con su abuela.

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