
sábado, 22 de diciembre de 2012
EN JÁUREGUI

lunes, 9 de julio de 2012
Ecoextreme Dos
Desde que apareció el calendario de Julio en la página del CAP, había planificado participar de la salida a Quilmes. La vista a aquella localidad del sur del gran Buenos Aires, tenía para mí un interés especial, no por el museo del transporte, ni siquiera por haber sido elegida en el siglo XVII, como el asiento para la reducción que albergaría a los últimos Quilmes. Sino porque allí se asentó, a finales del siglo XIX, la más importante y emblemática fábrica de cerveza del país.
Aquel domingo, me levanté temprano, para llegar a tiempo a Lima e Independencia, pero cuando subí la persiana del balcón para entrar mi bicicleta y darle los últimos aprontes, me vi envuelto en una niebla espesa y pegajosa. No obstante ello, llegué a divisar que el pavimento, tres pisos abajo, estaba totalmente mojado debido a la altísima humedad ambiente. El hecho me sumió en un estado de confusión mayor al habitual y perdí noción del correr del tiempo, luego de varias idas y vueltas, cuando finalmente estaba decidido a ir miro la hora y noto, con desazón, que eran las 9,35: Imposible llegar a tiempo al punto de encuentro así que sin alternativa me quedé en casa con bastante bronca aunque finalmente la pasé muy bien con los chicos y comiendo comida árabe que me encanta.
Ese domingo a última hora, Belu y Yamil se confabularon para hacerme sentir mal comentando lo bien que la habían pasado en la salida, Más tarde, Carla siguió dándome manija, escribiendo cosas como “nos salió a saludar el solcito de Julio!!!!. Así que me quedé rumiando bronca casi toda la semana que, para colmo, no dio mucho para andar en bici por la constante probabilidad de lluvia.
Por fin un viernes radiante, anunciaba un buen fin de semana. Así que ni ahí me iba a perder las Salida a Ecoextreme. Como preludio, el sábado, arranqué a las 9 una pedaleada rápida hasta la Estación Olivos del Tren de la Costa y a las 11,09 ya estaba duchándome en casa. Cuarenta y tres kilómetros y 200 metros en dos horas y piquito no está mal para el trayecto “de casa a Olivos y de Olivos a casa”.
El domingo tomé todos los recaudos para que durante la salida no faltara nada, el sábado a la tarde había comprado cuatro birras x 500 cc y tomé la precaución de poner un gel refrigerante el freezzer para que al momento del almuerzo el frescor de la bebida no dependiera solamente de la temperatura ambiente. El contenido del bolso Halawa para la salida fue el siguiente: 4 latas de cerveza y gel refrigerante, una remera térmica manga larga y un montón de boludeces que no perderé tiempo en enumerar.
A las 8,20 arranqué tranquilo camino a Retiro, por Santa Fe. Este trayecto no habitual tenía por objetivo tratar de encontrar a alguien en el camino, sabiendo que Horacio está por Santa Fe y Callao y adicionalmente ingresar a Retiro bajando desde el Plaza Hotel y pasando velozmente frente al Sheraton para evitar transitar por la vereda de las estaciones hasta el ferrocarril San Martín. Calculé la bajada de modo de llegar a libertador con semáforo verde y en el trayecto hacia la curva a la izquierda al final de la plaza alcancé los 45 Km. Mientras que una automovilista me cagaba a bocinazos cuando tenía todo el ancho de la calle para pasar por donde quisiera. No me inmuté, aunque pude escuchar como me saludaba no muy amablemente cuando finalmente pasa por donde tenía que hacerlo. En fin …. “Yo vivo en una ciudad, donde la prisa del diario trajín, parece un film de Carlitos Chaplin, aunque sin comicidad“
Al llegar a la estación comprobé que la concurrencia, a pesar del frío era muy numerosa , compré unos pañuelos de papel y un lamentable sándwich de pebete ante la incertidumbre de encontrar comida en destino. Ante mi consulta, Juan me cuenta que Horacio no sería de la partida, …. Así que comencé a preocuparme por el destino que le daría al exceso de latas, ya luego de una intensa jornada en los senderos, resultaría inconveniente, volver con sobrepeso.
Al llegar a Pilar nos dirigimos a Ecoextreme y esta vez bajamos por una especie de tobogán de cemento, ubicado a un costado del puente ni bien se cruza el Río Luján. Ya en el parque, “los nuevos” llenaron los formularios de rigor y en unos minutos estábamos pedaleando en el circuito. Los punteros, tomaron por el sendero marcado con flechas celestes, que presenta baja dificultad. Arrancamos la vuelta a buena velocidad en medio de una impresionante arboleda. El sendero de trazado amable, pero interesante estaba muy bien hasta que llegamos al barro. Allí comencé a tomar algunos atajos ya que no estaba intensado en repetir “The Escobar Experience”, así y todo pasé algunos charcos interesantes, mientras fui observador privilegiado de varias caídas.
Encaramos un segundo circuito celeste libre de barro, con suaves subidas y bajadas, la pedaleada transcurría placidamente cuando inesperadamente mi bicicleta se clava y yo la abandono volando por encima de ella unos cuando metros. Ya en el piso la veo pasar por encima mío y la atrapo en el aire. Desconcertado y sin saber si reírme o llorar me reincorporo tratando de encontrar alguna explicación al suceso. Zenderito, único testigo del hecho, atribuyó la responsabilidad de accidente a un inoportuno tocón que asomaba en el medio del camino, liberándome al menos, del dolor de ser el responsable de tan vergonzante caída. Resultado: fuerte contusión de la parrilla intercostal izquierda, y raspón de unos 40 cm. en el muslo interno de pierna derecha y contusiones varias.
Superado el suceso y el sendero fácil, el grupo entero se dirigió a almorzar. Al escuálido sándwich adquirido en Retiro le sumé 2 empanadas de carne, que realmente estaban recomendables, buena masa casera y muy buen relleno. La cerveza estaba helada y la primera lata se esfumó antes de lo esperado. La charla en la mesa se extendió lo suficiente como para aligerar aunque sea en algo mi equipaje de regreso. Al cabo del almuerzo solo quedaba una lata para acarrear en el regreso.
Cuando todo el grupo hubo terminado su almuerzo, la emprendimos por caminos mas escarpados cercanos a “la olla” allí pasé varias subidas y bajadas que no había sorteado en mi primera visita y muchas otras las transité a pie para lograr un reconocimiento profundo del terreno que me sea útil en el futuro.
Finalmente, el sendero nos colocó frente al puente colgante, asignatura pendiente de mi anterior visita. Al observar a los primeros cruzarlo, me juramenté que, ésta vez, lo atravesaría airoso. Mi turno era después de Claudina, quien entusiasta, emprendió la travesía con su nueva Vairo. Cuando parecía que lograría su cometido sin problemas observo que se inclina peligrosamente hacia la derecha y cae del puente en dirección a las aguas del arroyo inferior. Afortunadamente logró asirse de una rama y permaneció cabeza abajo unida a su bici, mientras esperaba el auxilio del grupo cercano, que tardó algo en reaccionar, al no poder creer lo que estaba sucediendo. A pesar del intimidador espectáculo que acababa de presenciar tomé aire y luego de un instante de hesitación atravesé el puente sin inconveniente alguno montando sobre mi bicicleta y no cargándola yo a ella como la última vez.
Envalentonado por el logro acometí algunas bajadas importantes y sus correspondientes subidas con buen suceso. Luego, el camino nos llevó a una bajada no muy pronunciada que terminaba en una curva seguida de una fuerte pendiente ascendente. Observé que varios tuvieron dificultan en la subida por lo que planifiqué cuidadosamente las relaciones de marcha a utilizar. Me deslicé hacia abajo, tomé la curva a buen ritmo y con la relación adecuada la subida se me hacía fácil, con una sonrisa dibujada en los labios por estar a poco metros de un logro, para mi importante, noto que la rueda delantera se levanta peligrosamente como las manos de un caballo salvaje. Resultado caigo de espaldas y ruedo unos metros sin otras consecuencias que algunos raspones en mi pierna derecha.
Luego de eso la mayoría de nosotros, se dirigió a la salida del circuito para descansar un poco, antes de la vuelta a casa. El sol estaba hermoso así que me quedé en mangas cortas por un rato. Al revisar mi bolsito en busca de la remera térmica que tenia previsto usar a la vuelta noto que la última y solitaria lata aún mantenía una temperatura ideal, así que decido reponer mis fluidos con esta última cerveza y de paso lograr el objetivo mas preciado de todo ciclista “aligerar el peso de la bici”
Varios decidieron lavar sus bicis, cosa que no hice y de lo cual me arrepiento profundamente porque intentar el lavado en el balcón no será tarea fácil. Salimos del parque cerca de las 17Hs, pensando que antes de las nueve estaríamos en Buenos Aires, Luego de casi una hora de pedaleo Max nos avisa que Ian y Claudina estaban parados atrás reparando una pinchadura. El grupo se detuvo a esperarlos, pero dado que no llegaban y el tiempo pasaba, una parte del volvió por ellos y otra parte se dirigió a una estación de servicio donde esperaría a los rezagados.
Luego de una espera relativamente larga el grupo llegó a la estación donde estábamos y previo descanso de los recién llegados, seguimos camino por la colectora a esa hora bastante transitada. Solo nos detuvo un ligero desperfecto en los cambios de una bici rápidamente solucionado a eso de las 21,40 estábamos ingresando a capital por Parque Sarmiento, lugar donde el grupo empezó a desmembrase, La mayoría fue para Núñez y Ian, Claudina, Carla y yo nos fuimos por Triunvirato.
Al llegar, me comí una buena porción de Flan casero con dulce de leche, me bañe y me fui a la cama. A los pocos minutos un intenso calambre en los músculos posteriores del muslo, me exigieron una elongación importante y la búsqueda desesperada de un corcho, que debía protegerme de nuevos calambres durante el resto de la noche. Luego de una intensa búsqueda, pude finalmente encontrar un corcho de corcho y dormí placidamente hasta las 7 de la mañana.º
Hoy amanecí bárbaro, me duele el lado izquierdo del torso, tengo un moretón de aquellos en la pierna, deberé tratar ciertos raspones sin mucha importancia, pero sobre todo ¡¡Estoy feliz!!
domingo, 24 de junio de 2012
EL DIA DE LOS SANTOS (a falta de San Vicente, San Isidro)
- Distancia: 47,02 km
- Tiempo: 137 minutos
- Vel media: 20.6 km
- Frecuencia cardíaca
- *máxima: 164
- *media: 146
- *mínima:120
- Total de latidos 19483
- Calorías gastadas: 2284 (casi 4 litros de birra)
lunes, 4 de junio de 2012
MERLO, ZAPIOLA, CAÑUELAS (Un tortuoso camino a los canelones)
A pesar de la ventilación, oleadas de humo de cierta hierba subtropical nos envolvía cada tanto, mientras una suerte de Sérpico del subdesarrollo que deambulaba por el vagón, presuntamente preservando la seguridad, llamó la atención de muchos y el resquemor de varios que vigilábamos disimuladamente su derrotero.
El sol fue bajando y con él la temperatura. Aún en medio de la tarde una hermosa luna llena parecía guiarnos; cuantas cosas nos perdemos todos los días sin casi darnos cuenta. De a poco, fui sintiendo más y más frío a pesar de lo enérgico del pedaleo. Ya con el sol cercano al horizonte, mi enfriamiento continuó a ritmo sostenido, hasta que tiritando decidí detenerme para vestir mi rompevientos. Estaba al borde de la hipotermia (léase cagadode frío) y encima con calzas cortas.
A esa altura, en medio de la noche y temblando casi sin parar parecía un IROMAN de gelatina. Cada nueva parada, y fueron varias, resultó ser un suplicio porque entonces el frío superaba al agotamiento. Por fin luego de casi 13 horas de nuestra partida desde Once llegamos a Cañuelas y por suerte el tren estaba allí. Subimos y al poco tiempo estábamos viajando rumbo a Ezeiza. Mientras un "estrenador" de bicicleta elongaba con cara de “que estoy haciendo yo aquí”, nos divertíamos recordando la improvisada badana que “inventó” en medio del camino para superar la dureza del asiento.
jueves, 24 de mayo de 2012
Los puentes de Escobar
miércoles, 23 de mayo de 2012
ESCOBAR MINI STORY
lunes, 16 de abril de 2012
MINISTRO RIVADAVIA
martes, 31 de enero de 2012
SALIDA A ECO EXTREME CON AMIGOS DEL PEDAL (la ley seca)
Aunque a los más jóvenes les cueste creerlo, para casi todos aquellos que hemos superado la barrera de los 50, en mi caso largamente, el tren ha marcado algún momento importante en nuestra infancia o juventud. Varios episodios memorables, cuyo relato dejo para otra oportunidad, me sucedieron arriba de trenes. Sin embargo “El Tren” de mi infancia, fue sin lugar a dudas el San Martín; recuerdo esos largos viajes a Diego de Alvear, muchas veces en los duros asientos de madera de la segunda clase y las interminables paradas en Junín donde el tren se detenía a “tomar agua”.
Y acá estaba abordándolo de nuevo, casi 50 años después. Rápidamente llenamos el furgón trasero con nuestras bicicletas, por lo que Horacio tuvo que avisar a quienes nos esperaban en Villa del Parque que traten de subirse en el furgón delantero y así lo hicieron. El viaje fue tranquilo, aunque duró algo más de lo que yo esperaba. Viajé casi todo el tiempo parado, finalmente me senté cuando el tren abandonaba la estación “Sol y Verde”, la cual no formaba parte de mis recuerdos y luego supe, tiene poco más de cinco años de inaugurada.
Al llegar a Pilar nos dirigimos hacia un camino paralelo a la Panamericana que, tras una pequeña rotonda y el cruce de un puente, nos llevó a la propia autopista por cuya banquina debimos transitar algo más de 1 km hasta la bajada del Parque Industrial. Ya a esa altura el calor era intenso y asi seguiría por el resto de la jornada
A poco de llegar a nuestro destino, en distintos grupos, nos dirigimos al circuito. Un bosque tupido y muy bien señalizado en el cual flechas de distintos colores, indican la dificultad del trazado. A menos de dos centenares de metros del comienzo del sendero celeste, el más fácil como es obvio, me encontré con una subida de cierta importancia y una banda de ciclistas detenidos por lo cual tuve que desmontar y seguir caminando hasta que la geografía me permitiese volver al pedaleo.
En una nueva vuelta al circuito casi logro mi cometido, pero volví a encontrarme a una serie compañeros en desgracia, esparcidos por la cuesta. Recién en el tercer intento, pude superar el escollo pedaleando. Este simple y minúsculo logro me demandó unos 10 km de pedaleo por senderos dentro del bosque y comprobé que este tipo de conducción exige un esfuerzo superior a cualquier camino rural de los que haya transitado hasta ahora.
Luego del almuerzo que compartimos, bajo un árbol cercano a la única edificación del lugar, encaramos nuevamente los senderos. Esta vez acometí, totalmente decidido, un trayecto para ciclistas “avanzados”. Al llegar a un claro del bosque apareció el primer obstáculo que, de lejos, no me pareció demasiado comprometido, aunque había sido la causa de un ligero embotellamiento de ciclistas ante las lógicas dudas de algunos.
Ya con el camino expedito, encaro el obstáculo como si supiera y al llegar a la cima del primer montículo me encuentro con una suerte de montaña rusa de gran pendiente y carente de otra posibilidad me deslicé barranca a bajo. Con el corazón latiendo a mil y sobredosis de adrenalina, superé la subida también de fuerte pendiente, luego hice unos cuantos metros por una parte más tranquila de la senda y mientras mis signos vitales volvían lentamente a la normalidad, repasé mentalmente los hechos.
Entonces, decidí bajarme de la bici para continuar mi camino con los pies en la tierra, al menos por una vez en mi vida,hasta encontrar una flecha celeste que me llevara por itinerarios menos tortuosas. Afortunadamente, esa flecha salvadora estaba cerca y pude recomponerme y disfrutar del paseo. Por un rato pensé, “esto no es lo mi” y continúe pensando, “tendría que haber arrancado a los 30 y no a los 59” pero, ... fue entonces cuando recordé algo que hace unos días posteó Ana “Aunque nadie puede volver atrás y lograr un nuevo comienzo, cualquiera puede empezar ahora y lograr un nuevo final” y me estaba divirtiendo así que valió la pena el riesgo.
El predio es realmente lindo y la vegetación impresionante. Cuenta, además, con algunas pasarelas de madera muy interesantes y hasta un puente colgante que atravesé cargando mi bicicleta al hombro. Ojo, no fue por temor al desfío sino como una muestra de gratitud a los tantos km que ella me ha cargado a mí.
Luego del mediodía la desoladora imagen de la heladera, caracterizada por la ausencia de total de cerveza, solo provista de sprite, coca cero y otros líquidos difíciles de digerir, no pudo al menos en mi caso, ser superada por la falta absoluta de agua en todo el predio que nos impidió refrescarnos al final de nuestra estadía.
Sin agua y casi agotados por las recorridas, a eso de las 4 de la tarde, comenzamos el regreso. El calor apretaba todavía, pero algunas nubes hicieron algo más tolerable nuestra vuelta a casa. A esa altura, llevaba consumidos unos cinco litros de líquido y durante el viaje sumé otros dos, en lo que puedo considerar mi récord para una salida. De Stella ni hablar, faltó logística esta vez (igual te perdono Horacio, nadie es perfecto)
Promediando el camino de regreso, cuando faltaban todavía más de 20 km para la General Paz la imagen del grupo era francamente lamentable: agotados, sedientos, cubiertos de tierra y empapados de sudor. En fin, ... nada en nosotros parecía tener algún punto de contacto con el disfrute. Fue entonces cuando me pareció que, un viandante, nos miraba con cierto dejo de pena al vernos en semejante estado. No puede confirmarlo, pero si en realidad experimentó ese sentimiento hacia nosotros, seguro que jamás anduvo en bicicleta, ...... ¡ pobrecito !!!!!!!!!!!!!!!
martes, 24 de enero de 2012
Villa Elisa - Domselaar - Alejandro Korn

Desde hace muchos días tenia pensado participar de esta salida, pero era un secreto entre mi Trek y yo. Mi licencia mensual para pedaleos largos, había expirado en la nocturna del 7 de enero, así que algo había que hacer....
El jueves, aprovechando mis vacaciones (urbanas por necesidad) y la ausencia de los chicos, invité a Selma a almorzar al Bar Gijón, antológico bodegón de Buenos Aires. Fue allí, que entre la media de rabas y el bife de chorizo completo, deslicé como al pasar “el domingo tengo ganas de ir a la salida de Amigos”. Comprensiva; Selma me dice,... bueno son tus vacaciones así que si lo disfrutas andá y andé.
Siguiendo la recomendación de llevar mucha agua, el sábado preparé dos litros de jugo en pequeños cubitos, para meter en el Camelback y mandé una Gatorade al frezeer, a modo de reserva estratégica. Con eso, más una birra al mediodía no me podía faltar liquido, …. al menos eso pensé.
El domingo, arranqué 7,45 con la intención de llegar a Constitución sin transpirar. Así que a un ritmo muy tranqui fui bajando por Belgrano. A esa hora del domingo, daba gusto pedalear por allí, la mañana estaba fresca y casi no había autos en la calle. Llegando a la 9 de Julio la veo a Diana. Al doblar en Lima la alcanzo y avanzamos juntos hasta que llegando a Plaza Cosntiución, nos encontramos a Pedro (hasta la semana pasada El Mendocino) y dos ciclistas más. Serian las 8,10 cuando llegamos a la estación.
Un rato antes de la hora prevista para la partida, 25 intrépidos, nos dirigimos hacia el andén 12 y para nuestra sorpresa comprobamos que, justo ese tren, carecía de furgón. Así, que nos acomodamos como pudimos en el primer vagón. Pedro, Capilla y yo nos ubicamos bien adelante y el resto cerca de la segunda puerta.
Al llegar a Villa Elisa, los de adelante bajamos rápido y le hicimos señas al maquinista para que nos aguante a que bajasemos todas las bicis. Con buena onda, accedió. Luego nos dirigimos a una estación de servicio a comprar algo y atender eventuales llamados de la naturaleza pero, como pasa fecuentemente en la city, ésta había cerrado, lo que nos obligó a pedalear un poco más hasta una Shell, donde hicimos algunas compras.
Durante el viaje en tren especulábamos con Capilla, si la lluvia de la semana habría contribuido a asentar el polvo que nos acompañó durante toda la nocturna. Al dejar atrás el tramo asfaltado de la calle 49 (Arana, creo que se llama) tuvimos la contundente respuesta,…. NOOOO!!
A los pocos Km. de tomar la tierra y cuando todavía estábamos todos fresquitos un señor que estaba arreglando el cerco vivo de una casa, nos hizo dedo y nos saludó alegremente con algo así como “good trip beautifull people” claro que si con ese mismo individuo nos hubiéramos Cruzado llegando a Alejandro Korn, su actitud hubiese sido bien otra.
Para nuestro deleite, el camino estaba tan irregular que arriba de nuestras bicis temblábamos de tal manera que nos castañeteaban los dientes. Alguien gritó, … “este camino me va a hacer caer los dientes”. Respuesta inmediata “usá un poco mas de Corega” de la risa casi me caigo de la bici.
Al rato las condiciones del camino mejoraron bastante y casi sin tropiezos, llegamos al cruce con la Ruta 2. Si atravesar esta ruta, con cualquier medio de locomoción nunca fue fácil, pretender hacerlo un 15 de Enero al mediodía era casi una utopía, … pero con precaución y paciencia cruzamos todos sin novedad.
Luego del cruce, hicimos algunas paradas técnicas obligadas y si bien el sol ya apretaba un poco, la sombra de algunos arbustos resultaba suficiente para guarecernos. Algunos tramos del camino, más allá de la sequia, mostraban lo dañinos que podemos ser los hombres con nuestra pequeña casa en el universo. Botellas plásticas, bolsas de nylon y cadáveres de autos robados,, nos acompañaron durante los primeros tramos del camino. Sendero me consoló,..... de noche el paisaje es igual, solo que no lo vemos. ja!
Llegamos a Domselaar luego de un par de caídas, la mas grave justo antes de cruzar la via, pero por suerte solo unos raspones, al menos eso creo. Ya en el pueblo, algunos se detuvieron a comprar vituallas en la feria, mientras otros nos dirigimos hacia el parador vecino al Castillo Guerrero, donde pude comprar dos sándwiches de crudo y queso y una Stella de litro que me ayudó a prevenir la deshidratación.
Luego de una pausa de casi dos horas, ya todos con las pilas recargadas,... en mi caso de cerveza, arrancó la segunda parte de la travesía. Hasta ese punto, el viaje había sido fácil y nada parecido a un mini Dakar en bici, como alguien mencionó al salir de Villa Elisa.
Pero, …. a poco de partir y tras no más de cinco Km. bajo un ardiente sol de Enero, me empecé a cuestionar la permisividad de Selma. Al fin y al cabo alguien cuerdo debe haber en una pareja y en esta ocasiòn le tocaba a ella. Si me hubiera negado el permiso, como estadísticamente correspondia, hubiéramos discutido un poco, ... pero ahora, estaria en casa, tomándome una caiphirina bajo el aire acondicionado y no hecho un escalope viviente y en encima sin condimento.
A pesar del clima hostil por lo torrido, nada grave por suerte, pasó en el camino de regreso. Solo algunos desperfectos mecánicos menores y pinchaduras, siempre al rayo del sol. Porqué no pinchan al la sombra, espetó alguien. Porque no hay, respondió desalentado otro. Faltando unos 20 km agoté mis reservas de la Camelback y recurrí a la botella de emergencia, que hasta hoy nunca había utilizado en salida alguna. Diez kilometros más tarde empiné el último trago y por un momento me sentí el protagonista de “Cuero Crudo”
Llegadmoa a Alejandro Korn sedientos, pero con tiempo suficiente para tomar algo antes de la salida del tren. Opté por una Iguana, lo que me valió una reprimenda de Horacio, pero…. al rato me imitó porque la única botella verde que estaba a la venta en el Drugstore era de Sprite, así que Iguana a falta de Stella es mejor que Sprite.
Luego de un corto viaje en tren (eléctrico, que maravilla), nos dividimos al llegar a Constitución. Algunos volvimos por Carlos Calvo y otro arrancaron para el Centro. A medida que avanzábamos hacia el oeste el grupo se fue desgranando y al llegar a Virrey Liniers doblé hacia la derecha para Almagro.
Al llegar me metí bajo la ducha fría, que placer …. Me relajo, miro el piso y noto que el agua que escurre de mi cuerpo es color café con leche. Desde que era chico que no acumulaba tanta mugre en tan poco tiempo,.... Bueno, salvo en la nocturna del sábado pasado, pero aquella noche tambien fui un chico.
lunes, 9 de enero de 2012
Salida Nocturna, para ver las estrellas

El sábado, me desperté temprano como casi todos los días, aún cuando estoy de vacaciones, verifiqué que todo en la bici estuviera en orden y me dediqué a hacer algunos mandados, buena letra que le dicen. A eso de las 13.30 fuimos con Selma a llevar a los chicos, a Aeroparque, se iban a pasar sus vacaciones a San Paulo. Este año Selma y yo no podemos tomarnos ferias, así que los mandamos solitos a la casa de la abuela.
Como migraciones estaba un poco congestionado, el mensaje que les pedí enviaran cuando hayan pasado a la sala de pre embarque se hizo esperar un poco y yo me iba poniendo algo tenso, al ratito llamaron avisando que todo estaba OK y nos fuimos rápido a casa. Me visto, chequeo el contenido de la mochila; inflador, cámara, mini herramientas, bolsa hidratadora con cubos de hielo y botella de 1.5 litros congelada.
Cuando me pongo la mochila noto que los cubitos se me clavan en la espalda, pero bueno, hasta la estación Caballito no son tantas cuadras y no podía dejar nada en casa, de modo que arranqué así. A las 16.45 hacía mucho calor, por lo menos,….la espalda la tenia dolorida, pero fresca.
Llego al punto de encuentro antes de las 5 PM y solo había otro ciclista, en no más de 15 minutos estábamos todos, cargamos las bicis y cuatro de nosotros fuimos en tren. La verdad viajamos muy bien, hasta Moreno con aire acondicionado y todo. Como era el mayor del grupo tuve el privilegio de ir sentado casi todo el trayecto y además aprendí mucho escuchando el relato de senderito (¿será el hermano de Ana?) sobre su último viaje al sur.
Tal lo convenido llegando a Luján, lo llamo a Adrián y nos vienen a buscar en dos autos para llevarnos al punto de inicio de la travesía. Ahí compramos algo para comer en el viaje y arrancamos. Por suerte un compañero, que hasta que me aprenda el nombre llamaré, "El Mendocino" se ofreció a cargar en su alforja mi botella congelada, así que fui bastante cómodo.
Al salir de la ciudad y tomar el primer camino de tierra, me puse bastante tenso, motivos no me faltaban: era mi primer salida nocturna, el camino era bastante irregular, muy oscuro por estar bordeado de árboles, mi luz delantera tenias pocas pilas y para completarla un auto sin luces, andando despacito parecía seguirnos, lo que intranqulizó a otros tantos. Finalmente el misterioso auto dobló y no lo vimos más…
Al terminar ese camino hicimos más o menos un km por la banquina de una ruta hasta tomar un asfalto que nos llevaría al punto elegido para nuestra cena. Durante este tramo la luna estaba muy brillante y luminosa. Con éste marco, comenzamos a practicar ir con la luz delantera apagada y realmente se ve muy bien. Mientas los chiquilines hacían gala de estado físico con impresionantes embalajes, los nonos íbamos más tranqui sabiendo que la cosa recién empezaba. Sentir el aire fresco de esa noche de verano pegándome en la cara fue una sensación intensa y muy estimulante.
En el lugar elegido para nuestra cena, un pequeñísimo pueblo perdido en la llanura, nos encontramos con una fuerte música sinónimo de fiesta y a medida que nos acercábamos, ésta parecía venir de la iglesia del pueblo, sin embargo cuando llegamos comprobamos que en realidad la fiesta era al lado.
Desde la calle pudimos ver el contenido y lo que es peor, oler las emanaciones de la parrilla. Hicimos una parada frente a la puerta de entrada tratando de despertar la curiosidad y simpatía del anfitrión, y una eventual invitación, de al menos medio choripan por cabeza. Sin lograrlo, nos dirigimos a la plaza del pueblo (en frente) donde comimos alrededor del mástil, sentados en bancos y bien iluminados. Yo comí un exquisito sándwich de pan rallado frito comprado por milanesa y dado que no había donde comprar una cerveza (¿A vos te parece? Horacio) no tuve más remedio que acompañarlo con jugo de manzana, que asco!!!
Durante la sobremesa charlé un poco con Sugus, quien me contó algunas cosas de su vida y que está muy entusiasmado con su próxima operación y del apoyo recibido por gente del CAP, especialmente Adrián, Diana y Ana. Entre tanto, algunas niñas aprovecharon para volver por un rato a la infancia jugando en el subibaja y las hamacas. Luego de algo más de una hora de parada reemprendimos la marcha, al principio pasé un poco de frío porque no llevé ningún abrigo pero al rato estaba bien otra vez (igual la próxima al menos llevaré un jersey de manga larga por las dudas).
Nuestro próximo destino, un cementerio abandonado de fines del siglo XIX. Allí el grupo se dividió. Mientras algunos entramos a recorrerlo y ver entre otras cosas el lugar donde fue encontrada en otro viaje la famosa “capa negra”. Otros permanecieron en el camino, instándonos con amables expresiones a volver a pedalear lo antes posible. Aunque soy bastante agnóstico, debo reconocer que estar parado en un viejo cementerio abandonado, en medio de la noche y solo iluminado con la luz de la luna, es un tanto sobrecogedor.
Luego de la visita y tras un corto tramo de pedaleo pasamos, cerca de las 2 de la mañana, frente a un salón de fiestas del cual, ante el griterío de los chicos, los invitados salieron a ver pasar a unos locos en bicicleta. Tras un corto tramo por asfalto paramos en una YPF a tomar algo. Algunos optaron por el aire acondicionado de adentro y otros en las mesitas al aire libre con vista a la playa (de surtidores). Un sanguche de salame y queso y Red Bull, a falta de birra para mantenerme despierto, fue mi menú en esta parada.
Durante el regreso, varios jovencitos mostraron evidentes signos de agotamiento, mientras los veteranos nos manteníamos relativamente bien, o sea, estábamos casi tan arruinados como habíamos comenzado la travesía. En esta ocasión el único que pinchó y no una sino dos veces fue Adrián. Durante la segunda detención por las pinchaduras de Adrián, alguien del grupo, nos deleitó con “Soy Superman” de y por Zambayonny, poniendo en evidencia una vez más que el deporte y la cultura no tienen por que ir por carriles separados. Por si alguien recién descubre a este juglar de nuestro tiempo le recomiendo no dejen de escuchar “La Inc….” cuya letra tiene un alto vuelo poético.
Mi luz delantera se agotó justo cuando la luna nos iluminaba desde atrás, así que ver el camino fue algo mas difícil pero sobreviví y pude ver un cielo estrellado que en la Capital no se consigue. Lentamente el horizonte se fue poniendo de un color rosa naranja hasta que a las 5.49 pudimos ver la salida del sol, que siempre es un espectáculo, pero mucho mas cuando la ves desde el medio del campo y luego de casi 10 horas pedaleando.
Los últimos km fueron agotadores, con algo de viento en contra que esta altura parecía un huracán, pero que en realidad era algo más que una brisa. Por fin, llegamos a un camino de asfalto que tras 45 minutos de pedaleada nos llevó de nuevo al punto de partida. Ahora todos volvimos en coches.
A eso de las 10.30 llegué a casa, Selma estaba durmiendo y como habíamos quedado en ir a comer afuera me bañe y me quedé viendo tele porque si me acostaba no me levantaba más. A la noche vino Sole a comer pizza y le conté todo el viaje. Quiero repetirlo!!!!!