lunes, 5 de diciembre de 2011

Salida con Amigos del Pedal. Brandsen – Loma Verde – Domselaar





De arranque esta salida me llevó a un rinconcito porteño que no visitaba, desde hace más de 20 años, Rojas y Bacacay en la estación Caballito. Éramos 16, que arrancamos con algún lógico retraso, en dos autos camioneta y trailer con las bicis. Durante el viaje otra vez rutas y caminos, recorridos por última vez, junto a un compañero de facultad cuando arrancamos con las colmenas, en un campo próximo a Domselaar.

El viaje era como escuchar una vieja melodía, vas recordando la letra al escuchar la música pero a veces te quedás tarareando. Porque nada estaba igual, sino bastante remixado, algo así como si el Indio Solari se decidiera a cantar Cambalache, …. Ojalá lo haga algún día. En fin ¿quien dijo que 20 años no es nada?

Al cabo de una hora y piquito, llegamos a Brandsen y luego de un par de vueltitas para ver donde dejar los vehículos y el trailer con las bicis, paramos en una YPF donde amablemente nos dejaron estacionar. Compré un par de sándwiches, por casi 10 dólares, porque el sábado me olvidé de preparalos y, .... a pedalear.

El camino hacia Loma Verde fue muy tranquilo, confortable diría. Velocidad media 24 km/h. José tuvo una caída, pero siguió sin problemas, claro que tiene 19 años. Si la hubiera sufrido yo creo que me juntaban con cucharita.

Al llegar a Loma verde, cargamos algo para hidratarnos en el pequeño, supermercado del pueblo, que a diferencia de los de CABA no estaba atendido por ningún chino. Por su contenido en maltosa y otros azúcares complejos elegí una ISENBECK bien fría, porque la hidratación no tiene por que ser aburrida. Ya provistos del vital elemento, nos dirigimos al recreo del pueblo, vecino a la estación de lo que fue el ferrocarril. Allí, para nuestra envidia había un asado pantagruélico que vimos de lejos mientras comimos sandwichitos, barritas, yogures y otras “healthy foods” que no le llegan ni a los talones al asado, pero bueno, .......... así es el deporte.

Luego de una horita de relax bajo la sombra de añosos eucaliptos emprendimos el regreso, no sin antes, sacarnos la típica foto bajo el cartel de la estación de tren “Loma Verde” desactivada desde el siglo pasado; seguramente por aquello de “ramal que para ramal que cierra”. Al llegar al borde del pueblo nos esperaba una ruta asfaltada y a esa hora, tan desierta que parecía haber sido hecha solo para nosotros, la vuelta por suerte sería un trámite.

Tras un par de kilómetros de Ruta, tomamos un camino de tierra que nos llevaría, ….. Bueno, es una forma de decir, a Domselaar. Con mucho calor, el sol apretándonos, poco liquido y un fortísimo viento en contra, la cosa se puso más que complicada, no podíamos pasar de 15 km por hora. Tuvimos que parar varias veces y cada vez que lo hacíamos arrancar era mas difícil.

La sed y el sol nos llevó a un estado algo inconexo; para graficar esto solo diremos que mientras un grupito de vacas parecía mirarnos atónitas, alguien del grupo les gritó: “seremos boludos, pero un día de estos las vamos a comer”. En ese momento, recordé que durante la mañana mientras veníamos fresquitos en los autos había visto un par de hermosos caranchos posados sobre los postes de un alambrado, ahora agradecía que no estuvieran ahí siguiéndonos.

Al rato paramos sobre un viejo puente y nos amuchamos bajo una sombra minúscula: Mientras observábamos el arroyo que discurría plácidamente, vimos un cartel que haciendo gala de poquísima urbanidad o mejor dicho campesinidad rezaba amenazante. “Prohibida la Entrada a PESCADORES y toda esa Basura, No rompan los huevos” ¿que joyita no?

Desde la antepenúltima parada, pudimos divisar muy a lo lejos, los cables de una línea de alta tensión que anunciaba la proximidad de nuestro destino, reanimados por la cercanía del Castillo Guerrero en Domselaar, pedaleamos con ahínco y a 14 km por hora logramos llegar hasta un boliche donde el manjar principal según dicen son los sándwiches de Crudo,... pero yo opté por un litro Quilmes bien helada. Una persona, según he leído por ahí puede vivir varias semanas sin comer, pero no más de dos días sin beber y ayer no estaba dispuesto a poner en riesgo mi integridad física, así que le di a la Quilmes, solamente para cuidar mi salud, que nadie se equivoque.

Después de la pausa el tramo final fueron 20 km con viento en contra, pero menos y tiempo mucho más agradable y fresco. Llegamos a Brandsen sin novedad y volvimos muy bien. Al llegar a Casa Selma estaba despierta y había preparado Tiramisú.