El viaje a Capitán Sarmiento sufrió varios cambios de fecha; el primero fue realizado para esquivar los días más calurosos de Enero, el segundo para sortear un pronóstico de lluvia persistente y el último, para evitar que se superponga con el finde de Carnaval. Entonces entre los principales interesados, que finalmente fuimos los únicos participantes, acordamos realizarlo entre los días 17 y 20 de febrero.
El 17 nos encontramos a las 5,20 AM con Daiana y Ezequiel para pedalear a Villa del Parque dónde nos encontrariamos con Tony, para abordar el tren de las 6,08 con destino a la estación Cabred. El tren arribó puntualmente y en el furgón solo había otro pasajero, lo cual presagiaba un viaje distendido, como el que tres nosotros ya habíamos hecho meses atrás cuando nuestro destino final fue San Antonio de Areco
Este viaje, sin embargo, sería distinto. A medida que pasaban las estaciones ingresaban al furgón más y más pasajeros, algunos con bicicletas pero la mayoría sin. Al dejar atrás Hurlingham y con el furgón casi a tope, un número importante de los viajeros comenzó a fumar porros mientras otros armaban los suyos con un polvito blanquecino y hasta intercambiaban nuestra devaluada moneda por minúsculos paquetitos que seguramente no contenian antiácidos. Así que durante casi 45 minutos estuvimos fumando "de gorra" hasta que en Pilar el tren se vació y completamos el trayecto casi en total soledad a no ser por un apicultor en bicicleta, que se dirigía a atender sus colmenas cerca de Carlos Keen y que según me contó quería (seguramente afectado por el humo de los porros) donar unos terrenos que tenía en Manzanares a una agrupación de Scouts o algo así.
Al bajar del tren teníamos 2 alternativas para llegar a San Antonio de Areco; ir vía Carlos Keen (todo asfalto hasta Villa Ruiz) o encarar el periplo vía Torres mayormente por caminos de Tierra. Y, … fue Tony, posiblemente aún bajo los efectos de las sustancias consumidas durante el viaje y a pesar de su conocida opinión de las travesías "off asfalto" que resume de manera magistral en su conocida y quejosa frase "Rurales del Orto", quien optó por los caminos de tierra.
El camino de Torres a Villa Ruiz discurría por amables caminos de tierra afirmada que presagiaban un viaje placentero. Faltando menos de 10 km para Villa Ruiz Tony encara un sendero empastado y repleto de pozos poco apto para mí bici. A pesar que según él ese tramo no llegaría a los 200 metros fueron casi 2 km de sufrimiento durante los cuales mandé innumerables saludos a él y toda su parentela. Finalmente el suplicio terminó y el tramo final a la Villa fue tranquilo, lo que nos dispuso a imaginar el suculento desayuno que nos regalariamos en el pueblo. La realidad fue otra y mientras Tony y Daiana compartieron, a pesar del COVID, unos amargos con galletitas yo me contenté con Coca y bizcochitos 9 de Oro. Y si, la vida del cicloturista no es fácil.
Luego de la pausa en Villa Ruiz, pusimos destino a Areco por un camino conocido y que en perfecto estado habíamos transitado unos meses antes. Ayudados por el viento y el buen estado del camino íbamos a más de 25 km/h cuando un auto que venía de frente se cruza en el camino y de el desciende un tipo que parecía esgrimir un arma en su mano. Se acabó la joda pensé y sin muchas alternativas nos fuimos acercando mientras el sujeto nos hacía señas para que nos detuvieramos ….. cuando la distancia me permitió un mayor detalle de la escena noté que era el único ocupante del vehículo y lo que a la distancia supuse un arma era un pequeño trípode plegable. Nos pidió posar para una foto, nos propuso que visitemos Azcuénaga y prometió pasarnos data de los tres restaurantes de lugar y avisarnos cuando abra el suyo, creo que todavía Daiana, sigue recibiendo mensajes de este extraño promotor del turismo Azcuenaguense. Ya dije que la vida de los y las cicloturistas no es fácil y a veces alguno o alguna se tiene que sacrificar para el bien del grupo. Esta vez le tocó a Dai.
Al reanudar la marcha decidimos hacer una parada corta en un paraje que figura en el mapa como "puente de hierro", quedaba cerca y por el buen estado de los caminos estimabamos llegar en unos 15 minutos, pero …. siempre hay un pero, tras una curva de 90 grados ingresamos en un guadal que dificultó nuestra marcha a la vez que el polvo levantado por autos y chatas que nos cruzaban a toda velocidad, se nos pegoteba de tal forma que no pude evitar recordar a Al Jolson cantando con la cara pintada con corcho, en la vieja película "El Cantor de Jazz".
Tan desoladora debía ser nuestra imagen, transitando en medio de la nube de polvo,que varios camiones que nos cruzaron en el camino, en muestra de gran empatía, detenian totalmente su marcha para evitar empolvarnos aún más.
El camino continuó alternando piso firme y guadal, hasta San Antonio de Areco, donde almorzamos en una plaza. El resto del viaje, fue por la banquina en perfecto estado de la ruta 8, donde llegamos viento a favor mediante a superar los 33 km/h. Los últimos 5 Km los hicimos en total soledad, por un tramo flamante pero vedado al tránsito automotor. Un lujo!!!!
Llegamos al Parque Natural Capitán Sarmiento a eso de las 4 de la tarde. El resto fue armar campamento, baño reparador y contemplación de la naturaleza hasta las 8 PM cuando nos avalanzamos sobre el restaurante donde comimos unas deliciosas pastas y a dormir.
El viernes algunos nos dedicamos a pasear un poco en bici, otros a disfrutar la pileta o simplemente descansar. El sábado amaneció lindo y muy caluroso mientras el camping se fue llenando de gente y sin estar abarrotado, el paisaje contrastaba con la placidez de los días anteriores. Pasado el mediodía el tiempo fue desmejorando y algunos pronósticos preveían lluvias, pero la mayoría daba baja probabilidad de lluvias leves. Evaluados los pronósticos y la posibilidad de ser transportados en camioneta por Carlos un amigo de Tony que generosamente se ofreció a llevarnos hasta Pilar o Luján, decidimos continuar con el plan original, levantarnos el domingo 4,30 AM, y volver pedaleando a CABA. Nos equivocamos …. y como!!!!!
Luego de cenar temprano, nos fuimos a dormir, a eso de las 10 PM comenzó a llover, y no paró en toda la noche. A la distancia se escuchaban truenos indicadores junto con los relámpagos de tormenta eléctrica y yo quietito en la carpa tratando de no tocar los bordes para no terminar inundado. A eso de las 4,30 la lluvia paró ligeramente y salí, ví que la carpa de Ezequiel no estaba y después supe que la de Tony estaba vacía. Ambos habían pasado la noche en la galería del restaurante, que se llovía pero menos que sus carpas.
Finalmente a eso de las 9,30 dejamos el camping, la niña que estaba en la puerta nos preguntó cómo nos había tratado la lluvia, le dije que mal, nos deseó buen viaje y comenzamos a pedalear. El tiempo estaba feo pero no llovía.
Camino a Capitán Sarmiento, con Ezequiel decidimos tomar la 8 vieja mientras que Daiana y Tony continuaron por la autopista. A poco de separarnos la pata de cambio de mí bici se metió entre los rayos. Logramos acomodar la cosa y nos fuimos a desayunar con la otra mitad del grupo.
A los 20 minutos de retomar el camino empezó a llover; en ese momento recordé que no habíamos pagado la última noche en el camping, pero era demasiado tarde para volver. La lluvia arreciaba y quizás para conjurarla pero seguramente para no putearme más de lo que ya lo había hecho Tony se filmó pedaleando bajo una lluvia torrencial mientras cantaba "un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña" solo unos pocos privilegiados han tenido acceso a ese documento.
Llegados a Areco Almorzamos en la Axion de la entrada principal, luego de saciar nuestro apetito arrancamos y a menos de 200 metros mi pata de cambio dijo basta y quedó totalmente retorcida impidiendo mi marcha.
Soluciones:
Cortar la cadena y seguir hasta Pilar con el grupo con relaciónde transmisión fija. No supimos hacerlo
Dormir en Areco y que Tony me pasara a buscar el día siguiente. Complicado
Tomar un remise y liberar al resto para que siga su derrotero a Pilar. Caro pero el mejor!!
Opté por la tercera alternativa y a los pocos km pude saludar a mis tres compañeros que intentaban llegar y así lo hicieron al último tren que pasaba por Manzanares.
Llegué a casa a eso de las 4,30, recibí las correspondientes reprimendas por el calamitoso estado que presentabamos tanto mi bici como yo. Me di un baño que duró como 2 horas, después fui a la heladera, me serví una IPA bien fría y me senté junto a la ventana para disfrutar del Anochecer de un Día Agitado.
Arreglo la bici y programo otro viajecito, pero esta vez le daré bola al pronóstico.