lunes, 16 de abril de 2012

MINISTRO RIVADAVIA

En un principio pensé aprovechar mi permiso del mes de abril en la salida a Uribelarrea, pero luego caí en la cuenta que no estaría en Buenos Aires durante en esa fecha; fue así que decidí participar en la salida a Ministro Rivadavia. Las salidas urbanas o periubanas de largo aliento no son las que más me atren pero era Ministro o nada y fue ministro nomás.

Como la salida arrancaba algo tarde para mi reloj biológico, pensé en entrar en calor con una recorrida por Palermo a buen ritmo, pero entre una cosa y otra se hicieron las 8.30 así que eso quedó para otro día, así que arranqué lentamente con destino a Independencia y Lima. Ya sobre Lima la encuentro a Maria que me contó que estaba viendo la posibilidad de ir al trabajo en bici. Hace algún tiempo que lo estoy haciendo algunos días por semana y les aseguro que el día arranca distinto.

Arrancamos rumbo al sur a eso de las 9.30; pasamos a un costado de la estación Constitución, y seguimos con rumbo al Riachuelo atravesando parte de Barracas y dejando La Boca a la izquierda. Mientras pedaleaba por allí, pensé que me estaba internado un poco en lado oscuro de Buenos Aires.

Observaba esas anchas avenidas, prácticamente sin tránsito, manzanas enteras de galpones que otrora fueron fabricas y trataba de imaginarme el movimiento que habría tenido el barrio en otros tiempo. Más allá de algunos intentos que pretenden re-poner en valor la zona, me resultaba difícil imaginarla nuevamente activa. En esas divagaciones estaba cuando el penetrante aroma del Riachuelo, convertido en legado visible, pero indeseable de los viejos tiempos, me hizo prestar atención nuevamente a los pedales.

Ya en provincia arrancamos por Pavón, luego por algunas calles más tranquilas, para retomar la avenida cerca de la estación Lanús. Fue muy lindo para mi, volver a transitar algunos lugares por los que no pasaba desde los setenta y con los cuales, el paso del tiempo había sido algo más benévolo que con Barracas.

El camino hacia el sur, fue muy distendido y a pesar que no era demasiado temprano, había pocos vehículos circulando. En la rotonda de Bernal, se nos unió Juguito, faltaban entonces muy pocos Km. para llegar a la granja que era nuestro destino final. Ministro Rivadavia, forma parte de esos lugares de borde entre lo urbano y lo rural, que nos sorprende a solo 30 Km de la capital, su plaza central con su pequeña capilla, bien podrían pertenecer a geografías más remotas.

A esta altura estaba totalmente satisfecho con el viaje y me alegraba haber decidido, casi a último momento, venir. Había sido un viaje tranquilo pero interesante: la postal de la plaza del pueblo, su pequeña iglesia, el ciclista locutor que se prendió en la foto y advirtió que trataría “el tema” en su programa radial y la buena onda del grupo, estaban a la altura de mis expectativas para una travesía en bicicleta, pero esta vez con la yapa de no haber tenido que soportar ni “una gota” de polvo.

Para no dejar de lado nuestra costumbre de pedaleo en zonas rurales, nuestros guías nos reservaron un tramo de camino de tierra un tanto áspero de no más de 3 Km. antes de llegar a la granja donde almorzaríamos. Entusiasmado, acometí el camino con energía, es dura pero es linda la tierra pensé, en eso estaba cuando a no más de 200 metros del inicio del camino, mi rueda trasera dio un fuerte suspiro y se quedó con menos aire que un asmático en el congelador. Tras unos instantes de confusión, comencé a buscar la causa de la pinchadura y enseguida…. lo vi, insertado en el medio de la cubierta casi perpendicular a la tangente de la llanta, estaba él, un clavo de gigantescas dimensiones que había perforado la cubierta y la cámara para terminar incrustándose en la llanta, que hasta el momento no me animo a revisar para evaluar los daños. Tan calvado estaba que tuvimos que recurrir a una pinza y no poco esfuerzo para extraerlo del lugar en el que parecía haber decidido alojarse.

La tarea de cambio de cámara y cubierta, no fue muy fácil esta vez; pero la colocación de la rueda nuevamente en su sitio fue casi peor. No podíamos lograr que el disco de freno ingresado en el medio de las dos pastillas, aparentemente me faltaba un expansor, después supe que en realidad faltaba un bloqueador, piecita que se inserta en el mecanismo de freno a disco para que las pastillas no se salgan o algo así (tendré que aprender algo más de esto) Por suerte Juan me dio una mano y se hizo cargo, no sin dificultad, de colocar la rueda nuevamente en su lugar.

Superado el episodio, ya pensando en la proximidad de la comida y por supuesto de la bebida, a mí y a otros se nos comenzó a hacer agua la boca, Era casi la una y nuestro destino estaba a pocas vueltas de pedal. El grupo bullicioso, arrancó con un ímpetu que rápidamente se transformó en desazón. No habíamos hecho 150 metros cuando Juguito, se topó con otro calvo de impresionantes dimensiones que nos alejó otra media hora de nuestro almuerzo. Finalmente, un poquito antes de la una y media estábamos en la puerta de acceso de la granja.

Arribados a nuestro destino el grupo se dividió en dos. Por un lado los que optaron por un almuerzo abundante y por otro los que preferimos la algo más ligth y disfrutar del aire libre en un hermoso día de otoñó disfrazado de primavera. Sin Stella a la vista Horacio y yo nos conformamos con Quilmes, pero esta vez no fuimos los únicos. Como el grupo del comedor iba a necesitar un mayor tiempo previo a emprender el regreso, hubo tiempo para una segunda unidad compartida.

Salí sorteado, mientras no estaba presente y al unirme al grupo me entero que había ganado un Kit de sacacubieras, llave y parches, que enseguida usé para reparar uno de los dos agujeros que me provocó el encuentro cercano con el clavo). Fue lindo,… la última vez que me gané algo, fue una pelota de fútbol por haber completado un álbum de figuritas en el cual las tres difíciles eran Resuchi (Vélez) Oster (Sarmiento de Junín) y Puntorero (Atlanta), saquen cuenta si se atreven!!!!

El regreso fue tranquilo, pero ahora había más tránsito. El cruce de un puente sobre el ferrocarril a la altura de Lanús, me llevó rozar los 43 Km. por hora y esto porque durante todo el trayecto me la pasé acariciando el freno a fin de no sobrepasar una velocidad segura, que todavía no sé cual vendría a ser. Antes de llegar hubo tiempo para una caída, sin consecuencias y la reparación de emergencia del freno contrapedal del amigo de la bici “chopera”, cuyo nombre como el de Pedro, el de María, el de Estela y tantos otros me iré aprendiendo poco a poco, salida tras salida.

A eso de las 7 de la tarde ingresamos a Capital por la Av. Vélez Sarfield, luego de atravesar el puente Victorino de la Plaza, cuya principal virtud a esta altura fue tener casi nada de pendiente. En el cruce con San Juan donde termina la Av. Entre Ríos se dio por terminada la salida y a partir de allí cada uno seguiría su propio camino.

En Independencia tomé rumbo oeste y en menos de 15 minutos estaba subiendo a mi casa. Selma había hecho pizza, como casi todos los domingos y una torta bañada en chocolate, con lo que repuse parte de las calorías laboriosamente quemadas durante la jornada, el balance como casi siempre fue positivo.

Esperaré ansioso para conocer las salidas de Mayo, si llega a aparecer alguna “libre de clavos” allí estaré y sino compraré mas parches.

2 comentarios:

  1. Por fin volvieron los relatos, ya los estaba extrañando!!!! una vez más me fui de paseo por la bella periferia de Buenos Aires, para muchos desconocida.

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  2. hola, escuchaba a un coleccionista de figuritas por la radio y me acordé de Resuchi, Puntorero y Oster, las tres figuritas difíciles de algún album del año 1963 (me parece que era ese año), entonces entré en google y el único en toda la web que hace referencia a eso sos vos... gracias por ese recuerdo.
    Richard

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