sábado, 22 de diciembre de 2012

EN JÁUREGUI


“Están todos medio locos”



Cuando a fines de Noviembre Soledad me preguntó que regalo, quería que Denise y ella me hicieran para mi cumpleaños número 60, no dudé. Una carpa bien liviana para la bici, le dije y hasta sugerí marca probable y puntos de venta. Ante tamaña generosidad, lo menos que podía hacer era por un lado facilitar las cosas y por otro asegurarme de recibir exactamente lo que quería.

A poco de comunicarle mi decisión sobre el regalo deseado, recibí un mail en el cual me decía “aprovechá, pedí, pedí” fue entonces que decidí agregar una alforja monovolumen a mi pedido inicial. Casi desfallezco de emoción, ante un nuevo mail en el cual “Coco” apodo de mi hija Soledad inspirado en el dientudo reptil y cuyo origen, dejo librado a la imaginación del lector, me sugirió agregar algo más al listado. Un par de medias de trekking le dije, .... no era cuestión de exagerar.

Sabiendo, que contaba con el equipo necesario para una travesía en bici y saliéndome de la vaina por estrenarlo, Jáuregui pintaba como la salida ideal de diciembre. Una excelente combinación de cena de camaradería, encuentro de amigos y brindis de fin de año. Una mini estadía en el club de remo “El Timón” con la posibilidad de la hacer pileta era algo difícil de resistir, así que allá fuimos.

Desde hace algo más de un año ronda por mi cabeza la idea de una travesía en bici y si bien un viaje a Jáuregui no es precisamente una travesía, pintaba como una buena oportunidad para probar como se comportaba la bici con las alforjas y como me comportaría yo ante una carpa enrollada esperando ser armada. Ambas pruebas fueron superadas, pero tenía algunas dudas que tendría que aclarar con alguien más experimentado en estas lides.

A medida que se acercaba el momento de la partida estaba más nervioso. El sábado me desperté a las 02.30 de la madrugada, contesté un mail de Sole quien sorprendida me respondió que hacia despierto a esa hora. En realidad yo no sabía que hacia despierto pero lo cierto que luego de dar interminables vueltas en la cama a las cinco de la mañana decidí poner fin a la historia, y me levanté para preparar todo lo necesario para salir .... ¡¡¡tres horas después!!!!

Pensando tener todo listo, arranco para el punto donde encontraría a Alejandra para guiarla a la estación Caballito. Al llegar la veo parada cerca de la comisaría. Como siempre, ésta vez también me olvidé algo y por la importancia de ese algo no tuve otra alternativa que hacer una paradita en casa camino a la estación. Al llegar allí, le pregunto a Sendero como se las arregla para cargar todo lo necesario para cruzar Los Andes en sus alforjas si las mías están que explotan cargando solo lo indispensable para una noche en Jáuregui: Me contesta, señalando las suyas. No sé. Las mías también están llenas. Tendré que experimentar pensé.....

Al rato llega la camioneta con Adrián, Diana, Sugus y Emilio, empezamos a cargar los bártulos y en eso estábamos cuando llama Horacio avisando que Luis M quien formaba parte del grupo de intrépidos que optó pedalear todo el trayecto evitando el tren, había sufrido una caída. Consecuencia: unos molestos raspones, prácticamente inevitables para quien pretenda andar en dos ruedas, así que pudo seguir con el grupo y algo magullado compartir el fin de semana con nosotros.

Los que fuimos en tren, al arribar a Moreno, nos dirigimos a la Petrobras cercana, donde nos esperaba el grupo que había decidido hacer todo el trayecto pedaleando. Nos aplicamos protector solar, tomamos algo y la emprendimos hasta nuestro primer destino General Rodríguez.

En Rodríguez, paramos en una placita frente a un súper chino donde pudimos comprar algo para el almuerzo, El mio consistió en una Heineken helada y un sandwichito de cocido y queso. A eso del mediodía totalmente pirados tomamos rumbo a Jáuregui bajo un sol abrasador y sobre polvorientos caminos que en apariencia no se correspondían con esta lluviosa primavera.

El calor era tanto que nos obligó a muchas paradas de hidratación. Al cabo de un rato la mayoría de las provisiones de agua estaban naturales y hasta tibias. Luis pedaleaba sin denotar problemas mientras que Yuri acusó un dolor en la rodilla que le dificultaba un tanto la marcha. El origen no se debía a una mala posición de pedaleo, tampoco al excesivo peso de su caja toráxica con relación a sus piernas, ni siquiera a agotamiento físico, sino a que durante la semana tuvo un “choque” con un taxi...

Faltando unos 10 ó 12 Km. para nuestro destino y ante un cruce de caminos hubo una diferencia de opinión entre Horacio y Sendero sobre que ruta seguir. Horacio apeló a su GPS (guía en papel satinado) y Sendero a su (mala) memoria. Finalmente seguimos la ruta sugerida por Sergio y a los pocos Km. encontramos en medio del camino una especie de pantano que interrumpía el paso por más o menos 300 metros, sin duda nos había tendido una emboscada.

Cuando ya los ánimos de muchos estaban alterados más que por el cansancio por la insoportable canícula, avizoramos un puente que tras ser cruzado nos depositaria en Jáuregui, un pueblito encantador con un ancho bulevar repleto de palmeras que prácticamente nos condujo a nuestro destino final en el club náutico El Timón.

Al ingresar al club los “nuevos” nos sorprendimos de la prolijidad de las instalaciones y luego del obligado paso por las duchas, nos dedicamos a invertir el tiempo en la contemplación de la naturaleza, tomar unos mates a orillas del río y beber una que otra cervecita hasta el anochecer.

En un momento dado un socio del club, cuya profesión como hincha de Chacarita que soy, valoro como las que más, invitó a dos de nuestras chicas a dar una vuelta por el río. Tras una ausencia suficientemente larga como para preocupar a más de uno, el trío de remeros retornó al muelle sin novedad.

A esa altura Horacio estaba a punto de encender el fuego para el asado de la noche. Al verlo actuar ante la parrilla nos invadió la duda. ¿Será tan buen asador como ciclista? No hubo coincidencia absoluta, pero el asado estaba de puta madre.

Luego del brindis hubo un conato de baile, al son de la música que propalaba Emilio con su equipo profesional. Pero como pan con pan comida de zonzo y había mucho pan el tema no pasó a mayores. A eso de las 0,30 enfilé enfilé disimuladamente para la carpa a disfrutar de la brisa nocturna. Casi dos horas después comenzó a llover y al ratito nomás llegaron los vecinos, Luis, Alejandra y Lucas. Ella preguntó en voz alta, si yo estaría despierto, y por supuesto me quejé de la gente inescrupulosa que no respeta el descanso de los mayores. .... espero haber roncado lo suficiente.............

A la mañana siguiente, cerca de las 9.30 la mayoría estábamos desayunando a pesar que continuaba lloviendo. Un grupo tenía pensado salir a dar una vueltita en bici a eso de las 10 de la matina. Yo no estaba muy convencido de hacerlo ya que la dureza del piso había hecho mella en mi cuerpo que estaba un tanto dolorido. Finalmente ante la promesa de Sendero de solo transitar caminos asfaltados me uní al grupo sin demasiado entusiasmo.

A poco de andar empezó a llover, y nuestras bicis se fueron lavando solas. Cuando estaban casi relucientes, tuvimos que enfrentar un pequeño sendero de tierra que el guía homónimo eligió por dos razones estaba en “buenas condiciones” y era corto. Fueron 850 metros de barro intransitable y hediondos chiqueros que nos separaban de una nueva cinta asfáltica. Antes de salir con el grupo, Capilla me había advertido que esto iba a pasar y ..... pasó.

De nuevo en la Ruta, las bicis lucían otra vez tapadas de barro y parecía que no iba a llover más, llegamos a Carlos Keen dimos una vuelta y paramos en la vieja estación, visitamos el centro de interpretación, pasamos por la iglesia, una escuela del siglo XIX y de vuelta a la ruta rumbo a Jáuregui, otra vez bajo una lluvia importante,

Senderito prometió esquivar el difícil tramo ya comentado y lo hizo. Nos llevó por uno más largo barroso y resbaloso pero firme abajo lo que terminó siendo una aventura inolvidable, … al menos para mi. Fue la experiencia lúdica más intensa que recuerdo desde aquel día de la primavera del 66, cuando en medio de una lluvia torrencial acampamos con un grupo de compañeros del colegio en la parada del 86 frente a las piletas olímpicas de Ezeiza y nos pasamos el día resbalando en el barro. Ojo que en mi vida hice muchas cosas y muchas muy divertidas, pero estoy hablando de JUGAR!!.

A esta altura Luquitas, cubierto de barro hasta los tuétanos, ya se había formado un acabado concepto del grupo “están todos medios locos” le dijo a Alejandra cuando le comentó que pensaba que iba a aburrirse bastante en medio de tanta gente mayor. Creo que va a ser difícil no verlo de vuelta por el grupo, bienvenido!!!!

De regreso al club, devoramos el famoso plato no gourmet denominado “torres de chenoa” compuesto en la ocasión por chorizos y vacío fríos (deliciosos). Lavamos las bicis, algunos desarmamos carpas, todos ordenamos los petates y pedaleamos prolijitos hacia Luján hasta donde nos acompañó de onda Germán, quien se hizo cargo del traslado de Yuri.

Durante el viaje Luis M me señala una suerte de estatua de un soldado de la Legión Extranjera y le comento “supongo que debe ser lo que quedó de una propaganda de unas hojitas de afeitar cuya marca era el nombre precisamente el nombre de ese cuerpo militar francés y cuyo slogan rezaba hojas de afeitar Legión Extranjera, duran la vida entera”.

Llegando a Liniers, nos bajamos y caminamos hasta la YPF de Cuzco y Juan B Justo donde bajamos las bicis y el equipo del trailer y tras los saludos cada uno a su casa. Muchos fuimos por Juan B Justo hasta Corrientes. Como Héctor había predicho, a las 9 estaba llegando a casa. Llamo por el portero a Gabriel para que me ayude con la alforja y en ese mismo momento llegaron las pizzas, Selma bajó a buscarlas así que justo a tiempo para comer. El viernes a la noche, por un momento pensé que la lluvia iba a empañar el finde. ¡Como me equivoqué!

1 comentario:

  1. Qué divertido!!!! cuando volvamos de las vacas me quiero sumar a alguna salida con todos esos medios locos!!!!! y embarrarme!

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